Desde hace mucho tiempo, que voy pensando si realmente lo que aprendemos en clase, es realmente lo que me gustaría aprender, si es suficiente o simplemente si con eso aprendo algo. Hoy al entrar al mirar en la Guía Docente de una asignatura (Educación Internacional) me he parado a leer el texto del principio, y la verdad que me ha hecho pensar más aún en ello, en como en las clases se nos ha ido explicando temas básicos, desde que empezamos el instituto e incluso hasta ahora que estamos en la universidad... que se nos dan los temas siempre pensando en la historia de este País, de lo que nos rodea, etc. pero tenemos muy poca información quizás de aspectos más generales, de aquello que nos rodea pero de más lejos, en definitiva de temas que verdaderamente nos podrían interesar, como es aprender ya no sólo de lo que hay cerca, sino aprender de todo, aprender temas y problemas de otros.
Este texto, que ahora a continuación adjuntaré, me ha hecho recordar estos pensamientos que tenía desde hace muchos años, y que sigo pensando... ¿porque aprender solo lo cercano, y no aprender también aquello más lejano? ya que desde mi parecer, más enriquecedor y más temas aprenderíamos, si también se tuvieran en cuenta los conflictos y problemas del mundo.
texto:
Érase una vez una clase en la que sus estudiantes se quejaban de su profesora.
¿Por qué debían preocuparse por la interdependencia mundial, los problemas
mundiales y lo que pensara o hiciera el resto del mundo?
Y la profesora respondió que había tenido un sueño en el que había visto a uno
de sus alumnos pasados 50 años. El alumno estaba enfadado, y dijo: “¿por qué
aprendí tanto sobre el pasado y el funcionamiento de la administración en mi país
Y tan poco sobre el mundo?”.
Estaba enfadado porque nadie le advirtió que cuando fuera mayor tendría que
enfrentarse, casi diariamente, con problemas de paz, seguridad, interdependencia
mundial, calidad de vida, alimentación, inflación o escasez de recursos naturales. El
estudiante se dio cuenta de que era víctima, además de beneficiario, de la situación.
“¿Por qué nadie me advirtió? ¿por qué no me educaron mejor? ¿por qué mis
profesores no me hablaron de los problemas y me ayudaron a entender que era
miembro de una raza humana interdependiente?
Aún más enfadado, el estudiante gritó: “Me has ayudado a prolongar mis
manos con máquinas increíbles, mi cerebro con ordenadores; pero no me
has ayudado a prolongar mi corazón, amor e interés por la totalidad de la
familia humana. Tú, profesora, me has dado solo la mitad”.
Jon Kye Kinghorn.INÉS GÓMEZ